sábado, 5 de febrero de 2011

Ni tanto ni tan corto

La filosofía es una base sobre la que se pueden ver muchas ciencias. Entre ellas la estética. Y es que belleza y verdad tienen mucho que ver.
Es verdad que la mujer tiende a arreglarse para verse guapa; una versión mejorada de sí misma. Por supuesto, una mejora totalmente accidental pero que puede tener repercusiones profundas, como la mejora del autoestima y con ello, mayor bienestar. También para verse sensual, atractiva, ser foco de atención (es inherente a la mujer ser más vanidosa de lo normal), etc ... Pero la sociedad y en concreto las celebridades y alrededores, malinterpretan el concepto de sensualidad.
Un día estaba haciendo zapping y vi un programa de MTV que se llamaba Scream Queens, que es un reality show que escoje a la mejor actriz de miedo de las que se presentan al programa. Un director de cine les estaba haciendo una prueba de cámara y tenían que generar sensualidad con varias frutas que se habían dispuesto en el plató. Al final de la prueba, el director (con toda razón) concluyó que había sido un desastre total: él había pedido sensualidad y se encontró con un montón de mujeres teniendo sexo con fruta (literalmente). Y es que esas mujeres, participantes, aspirantes a actrices, no tenía ni idea cómo interpretar la sensualidad y la reemplazaron por sexualidad.
Pasa lo mismo con el vestir. Las mujeres, al no conocerse y no conocer cómo ser sensuales, reemplazan lo sugerente por lo vasto y obvio; en vez de invitar, obligan. Ejemplos concretos: poleras muy escotadas, pantalones a raíz de ingle, bikinis casi invisibles y suma y sigue. Lo único que hacen esas prendas es (perdone lo bruta) calentar al hombre en vez de hacerle ver que hay más. Y es que cuando a uno le dan las cosas así tan fáciles, se disfruta pero no se valora. Eso de que las cosas cuando cuestan se disfrutan más es una verdad cantada.
La vestimenta debiera dejar con ganas de más. Cuando se descubre demasiado, no dan ganas de más, porque ya se ha 'echado toda la carne a la parrilla', en buen chileno. Es todo un arte el vestir, porque conlleva a una serie de actitudes muy femeninas por lo demás: ser coqueta, jugar con esa delgada línea de la sugestión y la atracción.
Pero os preguntaréis: ¿entonces hay que vestirse tapada de cuello a tobillos? Nada de eso. Hay que saber resaltar los mejores atributos de uno sin ser exagerado, pues todo es bello cuando es prudente, es decir, vestirse en la justa medida: ni tanto ni tan calvo. Pero los mejores atributos no son sólo los físicos, porque la persona no es sólo cuerpo, sino que es mucho más. Al vestirnos sólo con nuestros atributos físicos estamos resumiendo todo nuestro ser a una sola arista: la física. Caemos en el reduccionismo y nos mostramos como un objeto, obviando las otras dimensiones que nos hacen y completan como seres humanos. Por eso, por muy buen cuero que yo tenga (se que os decepciono diciéndoos ésto pero ... ; no, no lo tengo) no puedo obviar la dignidad de persona que tengo y que 'calentar' a los hombres a través de la vestimenta (queriéndolo o no, aunque la mujer es más lista que el hambre y SABE qué es lo que excita y qué no) es cosificarme. El atuendo no hace justicia con lo que SOY.
En definitiva, el cuerpo no es un fin en sí mismo. La persona, en su totalidad, es fin. Y sexualizar la ropa es utilizar el cuerpo como fin. Esta es una invitación abierta a ser sensuales. Pero de verdad.


FAIL



















MODE ON

2 comentarios:

  1. María de los Angeles:
    Muy buena tu columna. Hoy lo que se lleva es el minimalismo chic, como se apreció en la última entrega de los Golden Globes. Todas las actrices muy guapas, femeninas y con un largo que les sentaba muy bien a todas, tomando en cuenta que son muy diversas en cuanto a colores y contexturas.

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  2. oh sorpresa...! las mujeres se volver a ver femeninas...

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